Los últimos muertos del desierto

(Versión española de Eliahu Toker)

Por: Jaim Najman Bialik

Moisés muere y Josué los introduce…

¡ERRANTES del desierto! Aún es largo el camino
y aún muchas las batallas. ¡Arriba, el peregrino!

Se extiende entre vosotros una senda muy vasta,
abandonad el páramo, que de vagar ya basta.

Sólo cuarenta años fuimos entre montañas,
y en las arenas miles dejaron sus entrañas.

Pero no nos detengan los restos de los muertos
que esclavos perecieron; sobre los cuerpos yertos

Pasemos mientras ellos se corrompen debajo

del peso que de Egipto portaron con trabajo.

Dulce sea su sueño de ajos y cebollas,
de muchas carnes gordas llenando enormes ollas.

¡No importa! Hoy o mañana, el viento como el cuervo
terminarán, por suerte, con el último siervo.

Y el sol alegremente su luz y su calor
dará, por fin, a un siglo de potente vigor.

Generación primera de seres muy altivos, el rostro frente al sol, los espiritus vivos

¡Arriba, pues, errantes! ¡Salid de las llanuras! mas haced en silencio vuestra marcha segura.

No vayan vuestros pasos a despertar del sueño
los durmientes del yermo; pero poned empeño,

Y en vuestros corazones escucharéis el ruido
de los pasos ligeros, y también el sonido

De la voz de Elohá, la que intensa se eleva,
diciendo: “Hoy, hoy mismo, verás la tierra nueva”.

¡No! Un pan infame, codorniz o maná;
el fruto de tus manos tu boca comerá.

¡No! Vanas tiendas o casas en el cielo;
otra tienda y morada construirás en tu suelo.

Que además del desierto
Elohá tenga un mundo bien ancho, bien abierto.

Que, además del desierto, con su aullido y quietud,
percibas una tierra de bullente salud.

Y en la cima del Nebo, frente al sol que se pone,
cual el ángel de guerra, de augusta majestad,
Josué, el hijo de Nun, se hallará a la cabeza
de un ejercito todo valor y potestad.

Su voz traspasará como una aguda flecha; alumbrará su verbo cual antorcha, cual fuego, y también el desierto, el páramo terrible, con él dirá: “Israel, esta tierra te lego”.
Y abajo, como un fuerte cachorro, un pueblo joven,
un pueblo numeroso cual la arena del mar,
escuchará solemne, en sagrado silencio,
de las voces de mando, el agudo vibrar.

Ya tocan la trompeta en señal de partida;
de la cima del Nebo el jefe ya desciende…
más, ¿Por qué no se mueve Israel? ¿Por qué causa
de la cima del Nebo su mirada suspende?

¿Qué cosa le detiene en este triste páramo?
¿Qué es lo que le impide salir de la llanura?
¿Por qué llora en silencio, y a quien busca
en el monte del Nebo, en la sagrada altura?

Va buscando a Moisés, a Moisés, que ya ha muerto ..
más como un solo hombre, el pueblo por entero
se arrodilla de pronto, ante un divino espíritu,
¡El pastor verdadero!