Una tarde de otoño
Una tarde de Otoño, en un rincón sombrío,
Se me mostró vestida con hábitos de viuda,
Y con piedad muy grande su mirar en el mío
Clavó, mientras posaba, estremecida, muda,
La mano en mi cabeza. Y con la voz velada
Dijo luego: “Mi huérfano, extraviado en lo obscuro,
Como brote muy tierno se agosta por la helada.
Se marchita tu alma por llanto ya maduro.
Mas sabe, pobre huérfano, que una lágrima tuya
Descenderá al abismo, a incendiar su cimiento;
Sabe que hay sollozo, el que tu pecho excluya,
Que al subir hacia arriba, romperá el firmamento.
En un otoño gris, sin luz, sin alegría,
otoño gris, sin luz, sin alegría,
Fenecerán los días vacíos en tu infancia,
Y cual temprano invierno, en tu ventana, un día,
Verás aparecer, bramando hacia tu estancia
Un rostro descompuesto por sufrimiento y sana…
Será tu juventud anunciando en tu vida
Largos días iguales, en tanto que la araña Tejerá en tu interior angustias sin medida,
Con el fango del mundo y un asco aglutinado… Todo un espeso velo que ocultará tu cielo…”. Y mis labios ardieron con su llorar callado.
“¡Cuánto te compadezco, mi pobre pequeñuelo!”.
Balbucía en voz baja, sin gemir; como un tierno
Recental quedándose inmóvil, así cual si estuviera
Transfundiendo en mi alma su hondo amor materno.
Y yo no olvidaré jamás, jamás, hasta que muera.
Sus miradas cargadas de sombras y amargura,
Que decían viudez, despojaba futuro…
Por doquier veré siempre su enlutada figura
Que no me dejará ni por breve minuto.
Al caer la tarde, por un agujero
De mi negro sótano, surge su visión:
Con los rayos últimos, de la luz muriente,
Baja a mi rincón.
Suspirando quedo,
En mi ángulo frío, de sombras, se aloja,
Y de hinojos, llora, llora de tal modo,
Que en mí las entrañas hierven de congoja.
En noches de luna, cuando un rayo parte
Mi tétrico suelo,
La veo venir como sombra o sueño
Y ante mi moverse. Sobre la haz del velo
De un sueño nocturno
Agítase y pasa, desasosegada
Y yo me despierto con el corazón
Pesado y amargo para la jornada.
Y todo el pesar, la angustia y la fatiga
Que en mi alma se estrecha
Vase desatando, y mi corazón
Envuelto en la lágrima hacia fuera echa.